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Cuando nos encontramos ante dificultades de cualquier tipo, ya sean emocionales, en las relaciones personales, con el trabajo… experimentamos sensaciones que dificultan nuestra tranquilidad e impiden que nuestro día a día se desarrolle con normalidad. Sentimientos que reconocemos como ira, tristeza o miedo, aunque también otros que no se sabe muy bien cómo definir o gestionar. Nadie ha aprendido una asignatura sobre emociones por lo que es frecuente que éstas, cuando se presentan negativas hagan más daño del esperado.

Las personas cuidadoras de mayores dependientes se encuentran ante una situación complicada, que en muchas ocasiones representa una problemática globalizada en sus vidas, ya que aunque es un suceso concreto, éste afecta su situación laboral, social, y bienestar emocional.

Toda esta maraña de sucesos, altercados y sentimientos provoca en ocasiones que, debido a las características de su responsabilidad de cuidadores, se cohíban y guarden esas emociones que experimentan. Además, con la intención siempre de favorecer a los demás, dejan de expresar su malestar al pensar que ello puede afectar negativamente a otras personas.

¿Qué ocurre si ignoro mis emociones? ¿En qué afecta eso a mi estado emocional?

Cuando las emociones negativas no se expresan, se van acumulando y produciendo estrés. Este estrés produce sensación de agobio, se deja de disfrutar tanto del presente, y si esto se da de manera continuada puede afectar a la salud física y psicológica.

Ventilar emociones va a permitir que esas personas que tienen sensaciones negativas se sientan escuchadas, comprendidas y apoyadas por otros. Por otro lado, el simple hecho de verbalizarlas provoca cambios en las personas, ya que ese esfuerzo ayuda a localizarlas y definirlas, se siente alivio y descarga, y ello ayuda a continuar con la lucha.

Para ello, lo primero es darse permiso para expresar. Recoger el pensamiento: “tengo derecho a contar cómo me siento y a expresarme”. Una vez convencidos de ello se necesita alguien con quien puedas hacerlo, alguien que te escuche sin juzgarte, del que recibas apoyo y comprensión y que sepas que se encuentra dispuesto a ello siempre que quieras.

Es tu momento, date permiso y expresa.

 

Clara Diáz, Centro Virtual sobre el Envejecimiento