Comentarios / Añadir Comentario

Pilar Amaku, Autora del blog El Amaku

El trabajo de los cuidadores de personas dependientes me parecía uno de los trabajos más duros: siempre al pie del cañón, con una paciencia infinita a veces muy difícil de mantener, aguantando rabietas y trabajando con personas con las que a veces es imposible razonar.

Pero cuando en vez de imaginármelo, hablo con cuidadores y los veo trabajar, me fascina ver que como todo trabajo tiene sus compensaciones, que una simple sonrisa o un gesto de cariño tienen un gran valor.

Creo que muchos de estos prejuicios se deben también a la imagen que tenemos de una persona mayor, cubierta por las arrugas de la vida, que cada día que pasa es un paso atrás en su dependencia.

Nos pasamos la vida avanzando siempre hacia adelante, aprendiendo cosas nuevas, progresando… Sin embargo, llega un momento en la vida donde todo cambia, comenzamos por perder el equilibrio y requerir un bastón para seguir caminando, necesitamos cada vez más ayuda para hacer las cosas básicas del día a día como: cocinar, alcanzar el libro que está en la parte alta del mueble, comprar, bañarse, comer… Comenzamos por olvidar pequeños detalles y algunos incluso llegamos a olvidar a nuestros seres más queridos.

¿Cómo vamos a sobrevivir olvidando todo lo aprendido y con una movilidad reducida?

Acostumbrados a valernos por nosotros mismos, es difícil aceptar que la dependencia comienza florecer.

Creo que esta etapa que nos está esperando al final de nuestros días, nos aterra a todos. No nos gusta retroceder, siempre nos han enseñado a avanzar, a aprender… ¿Cómo vamos a sobrevivir olvidando todo lo aprendido y con una movilidad reducida?

Quizá porque nos aterra la idea de que algún día todos llegaremos a esa situación, tratamos de no mirar, de no tener cerca a personas que ya han llegado a sus últimos días, tratando de no pensar, engañándonos así pensando que nunca nos ocurrirá a nosotros, ¡qué ilusos!

Por una casualidad de la vida (o no), me he encontrado con este maravilloso corto de Roger Villarroya que ganó la octava edición del No Todo Film Fest. Un vídeo que te hace ver las cosas de otra manera, porque cada situación, cada vida, cada gesto… depende de los ojos con los que se mira, que cada momento no es tan extraño como nos parece, que una imagen puede no parecernos tierna hasta que nos la explican con las palabras adecuadas…

Una delicia de documental. Espero que os guste: