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David Hilfiker, Watching The Lights Out

Muchas de las lecciones que estoy aprendiendo con el alzhéimer serían importantes para la vida de cualquier persona. Aprender a dejarse ir, a reírme de mí mismo, a reconocer mi dependencia de otros y a aceptar su preocupación y su ayuda, o verme a mí mismo como a alguien normal y corriente, entre otras muchas cosas, son habilidades para la vida diaria que a todos nos vendrían bien, independientemente de nuestras capacidades. Así, por ejemplo, estoy aprendiendo a no culparme por mis errores, sino a creer que en esta situación lo estoy haciendo de la mejor manera posible. Intelectualmente, durante mucho tiempo he creído que todo el mundo, según sus circunstancias, siempre hace todo lo posible para dar lo mejor de sí, pero es hoy en día cuando por fin puedo creer esto de mí mismo y no sentirme culpable por las estupideces que hago, es ahora cuando puedo aceptarlas como hechos inevitables de la vida.

Muchas de las lecciones que estoy aprendiendo con Alzheimer son habilidades que a todos pueden resultarnos útiles en algún momento de nuestras vidas, independientemente de nuestras capacidades: comprender lo doloroso que es querer aferrarme a mi "Yo" y aprender a dejarlo ir; reírme de mí mismo, cada vez más y sin juzgarme; reconocer mi dependencia de otros y aceptar de buen grado su preocupación y su ayuda; reconocer que soy mucho más normal de lo que a menudo pienso; aprender el límite entre la resignación y el empuje; y por supuesto, no culparme por mis errores sino creer que en estas circunstancias lo estoy haciendo lo mejor que puedo.

Ayer por la noche, estando sentados todos alrededor de la chimenea, James, el marido de Laurel me preguntó cuáles habían sido mis primeros síntomas. Le conté varias de las cosas que había experimentado. Laurel dijo que ya hacía bastante tiempo que venía notando que me tomaba más tiempo hacer cualquier actividad y que incluso había perdido algunas cosas. Me estoy empezando a dar cuenta de que la enfermedad se estaba dejando sentir desde hace mucho más tiempo de lo que yo pensaba. Ya empiezo a creer que la dificultad para escribir y la leve apatía general que he venido experimentando— y que han sido bastante molestas — son debidas a la enfermedad. Tal vez sea una excusa demasiado conveniente, sin embargo parece cierto que así es.