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David Hilfiker, Watching the Lights Go Out

Anoche, en el acto para recaudar fondos para el Servant Leadership School, escuché a "Los Recovering Angels," un quinteto de expresidiarios negros que cantan a capela. Su actuación fue sencillamente espectacular. Cantaron góspel, y fue maravilloso. Cada vez se está haciendo más evidente el poder que ciertos tipos de música tienen sobre mí. ¿Será que esta enfermedad me está acercando a una vida emocional a la que nunca antes había tenido acceso?

Toda mi vida he querido tener una fe con la que poder contar. Me mantuve alejado del cristianismo durante casi veinte años, porque las creencias cristianas no tenían sentido para mí. Equiparo la fe con la principal creencia cristiana de que una relación personal con Dios es posible. Nunca he tenido esa concepción de Dios, y este tipo de ideas no tienen ningún sentido para mí. Simplemente no concibo a Dios como a una persona. Siempre que me he sentido cerca de Dios, ha sido más allá de las palabras. Creo que la verdadera naturaleza de Dios, su esencia, no puede ser descrita o establecida sin limitar artificialmente lo ilimitado. "Dios" es creación, es el universo moral, es todas esas cosas que sé que existen aunque mi mente no pueda racionalizarlas; Dios es misterio. Y Dios no está limitado por nada de lo anterior, que son solo tímidos intentos para llegar a lo que en realidad tengo fe. Desde que regresé a la iglesia — de la mano de la Iglesia del Salvador — he seguido queriendo sentir a Dios, ser consciente de su presencia, y no lo he conseguido.

Uno de los miembros de nuestra congregación leyó su autobiografía espiritual a todos los que acudimos la reunión de hoy (una tradición dentro de nuestra iglesia). Mientras leía, de repente me di cuenta de que tengo una fe que puedo interiorizar, una fe que siempre ha estado ahí pero a la que nunca identifiqué como fe en Dios. Antes de hoy, siempre había considerado que la fe que tenía mi amigo era tan profunda que, en comparación, la mía apenas podía considerarse "fe". Sin embargo, esta mañana me he dado cuenta de que su fe, aunque expresada con un lenguaje muy diferente, no era tan distinta a la mía.

Trataré de hacer un esfuerzo para explicarme mejor. Todo lo que sabemos acerca de Dios es que Dios es infinito e indescriptible, así que preguntarse qué es Dios es irrelevante. Por el contrario, la pregunta de quién es Dios tiene que ver con lo que significa Dios en nuestro mundo. Y aunque no tengo ni idea de qué es Dios, sé que hay algunas cosas que están bien y otras que están mal; el universo es moral. Algunas cosas son absolutamente ciertas, independientemente de la tradición. Por supuesto no puedo probar la realidad de ese universo moral, pero tengo una profunda fe en él.

Sé que en última instancia la gente es buena, sin embargo, dada la increíble maldad que ha habido durante el siglo pasado, esa fe en la bondad del prójimo no se puede defender de manera lógica. Creo en el poder del amor, en la necesidad de amar al otro como a nosotros mismos. Creo en la necesidad y el gozo del sacrificio. Sé que en la vida no puedo ganar sin perder. Estas son grandes muestras de fe que no tanto son dadas por Dios, como descripciones suyas, definiciones de Dios. Así que, teniendo en cuenta esto, todo el tiempo he tenido una profunda y permanente fe en Dios. Nunca lo he nombrado como tal, y debido al bagaje que tiene la palabra "Dios", usarla no me resulta práctico. La cuestión que me planteo, sin perjuicio de la respuesta, es si el hecho de padecer alzhéimer me acercará más a esta realidad fundamental, y por tanto a Dios.