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David HilfikerWatching the Lights Go Out

Aunque me resulte difícil admitirlo, hay una parte de mí que en realidad está emocionada ante la expectativa del diagnóstico, que no está decepcionada en absoluto, una parte que de hecho, incluso quiere que así sea. No me refiero, por supuesto, a la perspectiva de la demencia en sí o a yacer babeando en la cama de una residencia de ancianos, es ese algo excitante que tiene esta realidad actual, se trata del hecho de ser esa persona capaz de sorprender a los demás, ésa que habla honestamente sobre su enfermedad y tiene en su mano la posibilidad de ayudar a otras personas a entenderla mejor. Es algo así como cuando compartí públicamente los errores que yo mismo había cometido como médico y su repercusión, o el tema de mi depresión y lo que significó para mí. Mi disposición a hablar abiertamente sobre mis errores y mi depresión — incluso en facultades de medicina y conferencias médicas — ha sido una contribución personal a todos aquellos que estaban allí y siempre he tenido muy buena acogida e innumerables reacciones positivas; otros lo vieron como una especial madurez espiritual.

Siempre me ha gustado destacar sobre los demás, hacer cosas que otros no se atreven (o quieren) hacer, siempre ha formado parte de la concepción que tengo de mí mismo, y ésta es una oportunidad perfecta para ello.

¡Resulta tan extraño!

Durante los últimos años no he parado, y sin embargo me he aburrido sobremanera. La mayor parte de mi vida adulta me he mudado o cambiado de trabajo cada siete años más o menos: salí de  Yale para ir a Alemania, dejé la Facultad de medicina y me fui a un pequeño pueblo remoto, me tomé un año sabático de la medicina para ejercer de amo de casa en el pueblo natal de Marja, en Finlandia. Nos trasladamos a Washington para que pudiera ejercer la medicina con los más desfavorecidos, fundé Joseph’s House, un centro de acogida para indigentes con SIDA, donde nuestra familia vivió durante tres años; aparqué la medicina y me tomé otro año sabático, que también  pasé en Finlandia; dejé Joseph’s House para trabajar a tiempo completo como abogado y escritor. Ahora ya está por cumplirse el último periodo de siete u ocho años desde mi último cambio de rumbo, y otra vez estoy inquieto. Ya lo llevaba pensado desde hacía varios años pero realmente no sabía qué hacer, qué nueva decisión tomar. Sin embargo ahora, la decisión me ha venido dada. Al menos estas dos semanas que han pasado desde el diagnóstico han sido interesantes; puedo escribir este blog, hablar con la gente del tema, tal vez aconsejar a otros. Es una nueva vida, y hay una parte de mí que ansía experimentarla... a pesar de la tragedia que sé que se avecina.