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• CONCEPTO
La palabra bioética es un neologismo acuñado en 1971 por Van Rensselaer Potter (en su libro Bioethics: bridge to the future), con el que este autor englobaba la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos”. Otros autores lo definen como “el estudio sistemático y profundo de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y de la salud, a la luz de los valores y de los principios morales”.
 
• OBJETIVO
El objetivo de la bioética, es establecer un debate entre la medicina, la filosofía y la ética, y supuso una notable renovación de la ética médica tradicional.
 
• PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA BIOÉTICA
➢ No maleficencia: No hacer ningún daño intencionado o  innecesario a los demás, realizando además correctamente las tareas asumidas.
➢ Justicia: Actuar sin ningún tipo de discriminación, tratando a todos con igual consideración y respeto, además de distribuir equitativamente los recursos disponibles.
➢ Beneficencia: Buscar y promover el mayor bienestar y beneficio para los otros, según su propia idea del bien (no la nuestra), y equilibrando la ayuda frente a los riesgos y costes.
➢ Autonomía: Respetar la libertad, conciencia, voluntad, decisiones y actos de cada persona autónoma (todas lo son, mientras no se demuestre lo contrario). Prolongación de la autonomía.
 
• LA BIOÉTICA  EN LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
Debido a que la enfermedad de Alzheimer y la mayoría de las demencias relacionadas con el envejecimiento son enfermedades degenerativas que siguen una evolución bastante gradual, los aspectos bioéticos presentan un panorama un poco más alentador que en el resto de las enfermedades que cursan con una evolución mucho más rápida,  esto permite que se pueda informar al paciente de su estado y de la evolución de la enfermedad, ayudándole, mediante un proceso psicológico, a tomar anticipadamente las decisiones personales que quiera que sean aplicadas posteriormente, durante el período en el que estará incapacitado y la etapa final de su vida.
 
La evolución progresiva de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias desemboca en una situación de dependencia e incapacidad de la persona afectada. Estos pacientes tienen su capacidad cognitiva muy deteriorada y su evolución siempre es a peor. El médico debe prever esta situación y tener un consentimiento informado anticipado de las voluntades del enfermo. El personal médico, incluyendo el psicólogo clínico, debe prever la falta de capacidad para tomar decisiones futuras, de modo que, en la medida de lo posible, puedan ser los propios pacientes y la familia los que manifiesten en las primeras etapas de la enfermedad cómo desean ser tratados cuando, posteriormente, ya no puedan expresarlo.
 
La actuación más adecuada ante esta situación sería establecer, en las primeras fases de la enfermedad, una planificación donde quedara recogida la posible evolución de la patología, las posibilidades de tratamiento o cuidados, los tiempos de aplicación de éstos y las necesidades médicas de cada etapa; de este modo, el paciente que todavía tiene una adecuada competencia y autonomía, puede tomar decisiones sobre su propia vida, así como sobre la forma en la que quiere hacer frente a su enfermedad y, eventualmente, a su muerte. Para ello, se pueden disponer ciertos los documentos ( como el testamento vital) que permiten a los pacientes que aun conservas sus capacidades intactas poder decidir sobre su futuro, haciendo constar en ellos la naturaleza y clase de procedimientos médicos que desean recibir en el supuesto caso de incapacidad.
 
Cuando el deterioro del paciente está ya muy avanzado, como ocurre en las fases moderadas y severas de las demencia, y el paciente está claramente incapacitado para tomar decisiones sobre su tratamiento, será necesario buscar un familiar o cualquier otra persona competente que pueda encargarse de estas cuestiones por él.