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La demencia tiene un gran impacto en los pacientes y en sus familias, por lo que mejorar su calidad de vida es fundamental. En el VIII Simposio “Avances en la enfermedad de Alzheimer” pudimos disfrutar de la ponencia de la Dra. Joao Forjaz, que presentó un estudio muy interesante realizado a personas con demencia que están en residencias.

En las personas mayores de 65 años, la enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia progresiva. Dado que todavía no hay cura y causa un importante impacto personal, familiar y social, las intervenciones terapéuticas deben centrarse en mantener la calidad de vida del paciente. El objetivo de la investigación de la Dra. Forjaz, financiado por la Fundación CIEN-Instituto de Salud Carlos III, fue evaluar la calidad de vida de los adultos mayores que viven en un centro de atención residencial.

El estudio permite ofrecer pautas que ayuden a crear un plan de intervención con el fin de mantener y mejorar la calidad de vida. En concreto, se destaca la importancia de la relación con la familia, promover las actividades de ocio, control y tratamiento de condiciones crónicas de salud, y el desarrollo de intervenciones para disminuir los síntomas depresivos y aumentar la capacidad funcional.

El estudio incluyó a 525 personas que viven en 14 hogares de ancianos a través de 10 provincias de España. Los criterios de inclusión fueron: edad de 60 o más años, con un diagnóstico de demencia según los criterios del DSM-IV-TR.                           

Se demostró que las personas que participaban en las actividades de ocio de las residencias, con ocio activo y sobre todo social, tenían una mejor calidad de vida. En el contexto del modelo de envejecimiento activo, las actividades de ocio se volvió muy importante para la calidad de vida de los adultos mayores. En el estudio de 759 adultos institucionalizados (234 con función cognitiva normal y 525 con demencia), el 26,9% realizó el ocio activo, el 35% eran moderadamente activos y el 38,2 eran inactivos. En comparación los activos, los grupos moderadamente activos o inactivos tenían un estatus inferior cognitivo, menor percepción subjetiva de la salud, más dificultades para realizar las actividades diarias y menos eventos de reunión con familiares y amigos.

Otro importante determinante de la calidad de vida sobre el que se puede actuar es el estado de salud general. La mayoría de los encuestados tenía una media de 8 enfermedades crónicas, los problemas que más afectaban a su bienestar eran fueron la visión, problemas bucales y genito-urinario, algunos de ellos se pueden tratar, mejorando mucho el estado general del paciente.

La depresión es otro de los determinantes del bienestar de los pacientes, al tratarla la calidad de vida mejoraba notablemente.

Cuanto más independientes son, tienen más movilidad y por tanto son más funcionales mejora su calidad de vida y tienen menor percepción subjetiva de su salud. Son necesarias estrategias para mantenerles lo más independientes posible, como puede ser comprarles ropa sin botones, facilitarles el acceso al aseo…

Desde el inicio hasta el seguimiento, se observó una disminución significativa en la calidad de vida de los pacientes, también debido a que su edad media era de 86 años y tenían ya demencia severa, creemos que sería interesante realizar otro estudio con personas más jóvenes.

 

Fuente: CIBERNED Blog, 26/9/2012