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Rebecca Ley, The Guardian

Soy una terrateniente accidental y este hecho me está dando más de un dolor de cabeza. De todo lo que implica ser la apoderada de Papá, la gestión de sus propiedades es quizás lo único que me supera. Sí, ya sé que no es difícil, sólo hay que ser organizado. Pero por alguna razón, parece que tengo un bloqueo mental en lo respecta a este tema.

En parte es porque hasta el momento siempre había habido alguien que se ocupaba de estos temas por mí. Un agente inmobiliario de Penzance se encarga de gestionar sus propiedades allí. Una amiga de la familia, me ha ayudado cuando se han presentado eventualidades como las repetidas inundaciones, disputas sobre el ruido y en las renovaciones de contrato; todo esto ha hecho que me aislara de la realidad.

Por otro lado, el apartamento que posee en Londres lo había alquilado  mi hermana menor, y era ella misma la que se encargaba de solventar cualquier tipo de problema en el momento que surgía. Sin embargo, hace poco ella decidió volver a Cornualles y desde entonces me han ido asaltando un montón de dudas.

¿Debería acudir a un despiadado agente inmobiliario que seguro conseguirá la renta más alta para el alquiler pero cobrará una comisión exorbitante?

¿O debería anunciarlo a un precio menor en Facebook, informando a amigos de amigos con la esperanza de que no me estén llamando cada cinco minutos?

Luego hay gestionar una revisión de la caldera, el certificado energético, pintar, hacer copias de las llaves para los nuevos inquilinos, el contrato, sopesar si hacen falta más muebles, solucionar el tema del moho que dejó un viejo problema de humedades...

Y ya no hablemos del tema de la fianza. El mero hecho de mencionar este tema me hace sentir náuseas.

En lugar de tener una actitud decidida, me he ido acercando a todo este asunto como el que se aproxima temeroso a una granada sin explotar.

En parte es porque no quiero cometer un error tonto; pero también hay algo más, me siento como si estuviera usurpándole sus responsabilidades a alguien, como si encargarme correctamente de estas cuestiones significara admitir que Papá ya no puede hacerlo por sí mismo. Que no será capaz de hacer estas cosas nunca más.

Hay una parte de mí que todavía se siente como una niña pequeña en este escenario. Aunque soy consciente de la lucha que supone para mi padre el simple hecho de comer solo, todavía guardo la esperanza de supere todo esto y  vuelva a hacerse cargo de sus asuntos. Hacer que todo vuelva a estar bien.

En realidad esto es una fantasía, incluso estando en plena forma, Papá no era especialmente organizado con estas cosas, y sus conocimientos sobre el mercado inmobiliario de Londres eran aún mucho peores que los míos.

Cuando se retiró, siguiendo mi consejo, compró el piso como una inversión, y sólo lo visitó en contadas ocasiones. Está situado en una bocacalle de Islington, en un entorno tan absolutamente urbano como uno pueda imaginar. Un mundo muy alejado de las vistas a las que él estaba acostumbrado: campos, caminos rurales, la línea azul cobalto del mar en el horizonte…

Creo que nunca le gustó realmente, no podía imaginar por qué alguien querría vivir en un lugar así. De hecho, probablemente me habría pedido opinión sobre la mejor manera de ponerlo en alquiler.

Añoro, no obstante, poder pedirle consejo, respetar la jerarquía familiar a pesar del giro inesperado que ha experimentado. Por suerte, otros miembros de la familia han intervenido para ayudarme. Al verme tan alterada y perdida, creo que se dieron cuenta de que era algo que tenían que hacer. Mi hermana, la que dejó el piso, en tan solo seis meses encontró a unos conocidos suyos interesados en el alquiler. Mi madre dio mil vueltas para encontrar un fontanero que pudiera hacer la revisión de la caldera y certificar así que estaba en perfectas condiciones. Además, también ella se ha encargado de reunir todos los juegos de llaves y de contactar con varios manitas.

Su ayuda me ha impulsado a ponerme en marcha. Ya he descargado de internet un contrato de arrendamiento tipo y he establecido un plazo para dejarlo firmado. Eso sí, aun no tengo muy claro lo del tema de la fianza, pero estoy trabajando en ello.