Comentarios / Añadir Comentario

En septiembre de 2010 le fue reconocido a mi padre un Grado III, nivel 1 de Dependencia. 

 
Optamos por la prestación económica para los cuidados en el entorno familiar, que consistía en una cantidad mensual y el pago de la Seguridad Social al cuidador, en este caso yo.
 
Con los recortes practicados por el gobierno a la cantidad se le restó el 15%, quedando en 354,43€ mensuales y se dejó de pagar la Seguridad Social del cuidador. Posteriormente se eliminaron los niveles en Dependencia, quedando solo los grados. El grado más alto es el III, que es en el que está mi padre. Curiosamente los diagnosticados ahora en ese grado, perciben una cantidad de 387,43€. Como mi padre ya está en Grado III, no se puede pedir revisión, pero no deja de ser un agravio comparativo que dependiendo de la fecha, unos cobren 33,21€ más que los otros estando en el mismo grado. Además en 4 años que hace que reconocieron su dependencia, mi padre ha empeorado significativamente.
 
En octubre del 2012 le reconocieron a mi madre un Grado I de Dependencia, pero en medio de la crisis decidieron no prestar ninguna ayuda para este grado. Yo no estuve de acuerdo con esta valoración, pero sabiendo cómo funcionan estas cosas lo dejé estar.
 
En la primavera de este año llevamos a mis padres a valorar el Grado de Discapacidad, pues nos interesaba gestionar con el Ayuntamiento la “Tarjeta de Estacionamiento para Personas con Movilidad Reducida”. Esta tarjeta puede ayudarnos a aparcar cuando los llevamos al médico o al Hospital para sus revisiones.
 
La misma doctora que valoraba a mi madre, me aconsejó que pidiéramos la revisión de la Dependencia pues creía que el Grado I, no se correspondía con el estado de mi madre. Con renuencia, pues odio el papeleo, y lamentando que la revisión tuviera un costo, que al final no tuvimos que pagar, pues las rentas de mis padres son mínimas, pedí la revisión. Desde el 6 de junio, que vinieron a valorar a mi madre, estamos esperando el resultado.
 
Nos hacen creer que este país no puede permitirse ayudar a los más desfavorecidos, incluso aunque cada vez paguemos más impuestos, mientras los servidores públicos se sirven de lo público  para sus lujos particulares.
 
Tendremos que utilizar todos los medios a nuestro alcance, incluidas las urnas, para decir a este gobierno, a cualquier otro que venga y a Europa, que no queremos que un solo euro público vaya a bolsillos privados. Que Sanidad, Educación y Dependencia son derechos que pagamos con nuestros impuestos. Que lo que no podemos permitirnos son los pagos en B, las tarjetas opacas y los sueldos vitalicios de algunos cargos públicos.
 
OCTUBRE 2014