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Generalmente los pacientes con Demencia, suelen padecer otras enfermedades, bien debidas a su avanzada edad, o simplemente enfermedades comunes o incluso efectos secundarios de las medicinas.

Mi padre sufre ojo seco y una blefaritis muy rebelde que nos obliga a limpiarle los párpados con unas gasas especiales y usar un colirio. También tiene estreñimiento crónico, agravado por la inmovilidad, aunque toma un fármaco, no es suficiente, cada dos días hay que ponerle una solución rectal.

Mi madre tiene una artrosis generalizada que le obliga a caminar ayudada por una muleta. Además padece de diarreas frecuentes por divertículos intestinales.

La incontinencia es un problema bastante común en estos pacientes y, sea esta leve o importante, el uso de pañales o absorbentes se impone. Esta circunstancia nos hace extremar la  higiene, nuestra lavadora trabaja horas extra y tratamos de atajar los olores no deseados a base de mucha ventilación y barritas de incienso.

Económicamente también supone un esfuerzo suplementario, pues los medicamentos como gasas oculares, colirios o productos para el estreñimiento, no los receta la Seguridad Social y además subieron mucho de precio cuando dejaron de recetarlos.

Tanto los gastos de electricidad, como los de gas, son considerables, pues la calefacción hay que encenderla todo el día y el uso de agua caliente y lavadora son diarios y frecuentes.

En cuanto a mí como cuidadora me supone tanto esfuerzo atender todas estas necesidades, que apenas me queda tiempo para sentarme tranquilamente con ellos, sacarlos a pasear, o tomar en consideración mis propias dolencias que siempre quedan relegadas a segundo plano.

Mayo 2014