Luna se acaba de comer la última chocolatina que queda en el calendario de adviento. La casa huele a leña y almendra y el salón está cargadamente decorado con espumillón de colores. La casa no está en completo silencio, se percibe el chasquido de la encina en la chimenea que resuena a destiempo e ilumina la habitación con una luz cálida y tenue.
Luna acaba de llegar del colegio. Como cada día, se lava las manos, y calienta la comida que ha dejado preparada su madre horas atrás antes de marcharse a trabajar. - ¡Hasta mañana Encarni! – Dice Luna - Hasta mañana Luna, no olvides las tareas del cuadernillo. Mañana estaré aquí a la hora de siempre – Dice Encarni apresuradamente.