Comentarios / Añadir Comentario

Todos sabemos que en esta vida estamos de paso. En realidad somos afortunados con respecto a otros animales porque nuestra esperanza de vida es bastante alta y ha aumentado en muy poco tiempo.
 
Si escuchamos hablar en alguna ocasión a nuestros mayores, casi siempre hablan de la muerte como algo fortuito, y lo afrontan con resignación y sin que la espera les atormente cada día. Simplemente aceptan que llegará pero procurando vivir el día a día.
 
Gracias a la cultura que se ha creado los últimos años sobre “la eterna juventud”, principalmente física, nuestra manera de pensar también se está amoldando a esos ideales. Así, cuando nos preguntan nuestra edad no contestamos de manera ávida, y cuando llega el día de nuestro cumpleaños evitamos manifestarlo para no afrontar que nos vamos haciendo cada vez mayores. Esto, por un lado quiere decir que queremos aprovechar cada día, vivir el mayor tiempo posible y disfrutar de la vida. En cambio, cuando estamos demasiado pendientes de la cifra en la que se convierte nuestra edad, de los cambios que surgen en nuestro cuerpo y cuando todos nuestros esfuerzos se centran en que no se note la edad que tenemos o en aparentar menos, se crea en nuestros pensamientos una resistencia al paso del tiempo. Así, que pasen los años supone para muchas personas más malestar que alegría por haber vivido un año más. Se hace una visión de cuenta a atrás más que de “cajón de vivencias” que cada día llenamos.
 
Cuando se evitan situaciones desagradables estamos yendo en contra del afrontamiento. Cuando no se afronta, en ese caso el paso del tiempo, simplemente se produce un autoengaño, ya que el paso de éste es evidente e imparable. Si se ignora el paso del tiempo día a día, a largo plazo, los efectos se harán notar con mucha más intensidad, y esa persona que ha evitado enfrentarse se podría ver desbordada y sin recursos.
 
Es posible que aquellos que dan la espalda al paso de los años experimenten síntomas de ansiedad y depresión a lo largo de su vejez.
 
Cuidarse por fuera, cuidarse por dentro, mantenerse activo mental y físicamente, disfrutar de las pequeñas cosas, pensar en positivo, llenar el “cajón de vivencias” pensando en todo lo que estamos adquiriendo como personas, aprovechar cada momento para sonreír, conocer lo que es el sacrificio y reconocer los propios logros conseguidos con esfuerzo, evitar el aislamiento social, hacer feliz a los demás… 
 
De esta manera, cuando echemos la vista a atrás entenderemos que el paso del tiempo ha merecido la pena por todo lo que hemos adquirido, y en vez de sentir tristeza porque hemos envejecido, sentiremos alegría de haber tenido la oportunidad de vivirlo.
 
“Envejecer es el único medio de vivir mucho tiempo"
 
Clara Díaz, Centro Virtual sobre el Envejecimiento