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Hoy compartimos con vosotros un artículo de Jan Dougherty del Banner Alzheimer’s Institute sobre un tema que puede interesaros este verano: viajar con una persona con Alzheimer. ¿Ante qué situaciones nos podemos encontrar? ¿Qué tenemos que tener previsto? Si has pasado por una situación similar, esperamos tus experiencias en los comentarios.

Susan viajaba con su marido a Hawaii para celebrar su 50 aniversario de boda. Bob, a quien le habían diagnosticado Alzheimer hacía 3 años, no podía trabajar, conducir, o planear nada por sí mismo, pero aún podía andar, hablar y vivir una vida relativamente normal. Antes de subir al avión, Susan fue al baño y le pidió a Bob que la esperase en la puerta de embarque. Pero cuando Susan volvió, su marido se había ido. Bob estaba intentando subirse al avión equivocado.

 

Salir de la rutina

El verano es la época del año en la que más viajamos y para muchos es la oportunidad para relajarse del estrés del trabajo y la vida diaria. Sin embargo, para cuidadores y personas con Alzheimer, viajar puede convertirse en exactamente lo opuesto a eso, y presenta una serie de retos que tienen que tenerse en cuenta antes de que comience el viaje.

Viajar es una salida de la rutina, la cual es uno de los factores estabilizadores en el día a día de una persona con demencia. Para alguien que normalmente está confuso y desligado de lo que ocurre a su alrededor, viajar puede ser muy desestabilizador. Jan, desde su experiencia aconsejando a pacientes de Alzheimer y familiares en el Banner Alzheimer’s Institute, ha aprendido diferentes maneras de que las familias ajusten los planes de viaje para hacerlo más confortable a la persona con pérdidas de memoria.

 

Decide si el viaje es viable

Si no estás seguro de si la persona con Alzheimer puede afrontar el viaje, planea una “estancia de vacaciones” en tu cuidad. Si os quedáis en una habitación de hotel cercana y coméis fuera tres veces al día puedes hacer una similitud con lo que sería el viaje. Es un buen test para saber cómo reaccionará en vacaciones. Si los síntomas empeoran, podéis volver a casa de forma fácil.

Para familias en las que el paciente esté en las primeras fases de Alzheimer, es mejor hacer ese viaje que habéis estado planeando antes de que los síntomas empeoren. Para cuando su enfermedad avance a grados más moderados, pueden estar tan desorientados como para pensar que no están en casa cuando realmente lo están, lo que hace que viajar sea aún más disruptivo.

Es importante recordar que algunos viajes son demasiados exigentes para determinadas personas, y lo mejor que puedes hacer es tomarte un descanso de tu tarea de cuidador y arreglarlo con otra persona que pueda proporcionar cuidados al paciente. Si te decides por esto, que esa persona pase un par de días con vosotros antes del viaje para hacer la transición, o también puedes reservar una estancia corta en una residencia asistida.

La semana que viene veremos algunos consejos para cuidadores si finalmente la decisión ha sido hacer un viaje con una persona con Alzheimer.

 

Las vacaciones pueden ser el tema de la expericia para el II concurso de experiencias sobre Alzheimer. Os animamos a que nos enviéis las vuestras.