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Pilar AmakuAutora del blog El Amaku

Hoy en día, con el momento crítico que atraviesa nuestra economía, donde la tasa de paro es muy elevada, cada vez son más las familias que sobreviven gracias a la ayuda económica que les ofrecen los abuelos. Mayores que no dudan en poner a disposición de hijos y nietos sus escasas pensiones y los ahorros logrados tras muchos años de privaciones y “economía doméstica de guerra”, en la que nuestras abuelas eran especialistas. Ellos consiguen que con pocos euros, mucha imaginación y ganas, el dicho “donde comen dos comen tres” se amplíe hasta límites insospechados y nunca falte un plato de puchero a la mesa, o dos, o tres… o los que hagan falta.

Cada vez son más las familias que sobreviven gracias a la ayuda económica que les ofrecen los abuelos.

Hacen malabares para que lo básico no falte, y lo que es más importante, son el conglomerado que permite que muchas familias sigan siendo eso, familias, unión de personas, clanes inquebrantables.

Con su ayuda y un poco de organización logran, como Elpidia, mi vecina del tercero, que en su piso de tres habitaciones ahora vivan dignamente 7 personas, tras la llegada primero de su hijo y su nuera con sus dos hijos pequeños y un gato, consecuencia de uno de esos cientos de desahucios que se producen cada día, y hace poco con la incorporación de su hija pequeña y su pareja, los cuales llevaban años independizados pero a los que los recortes en los sueldos de ella y el despido fulminante de él hace unos meses les han lanzado de vuelta al hogar familiar “con más de treinta tacos, para dormir en una habitación rosa llena de Nancys y en una cama de 90”… Aunque no hay mal que por bien no venga, porque hasta en eso son expertos nuestros abuelos, buscando el lado positivo hasta cuando parece que ya no quedan lados que analizar para encontrarlos… Elpidia está contenta porque ya no está tan sola, ahora siempre hay alguien en casa, el silencio de las tardes que solo rompía el sonido de la telenovela de turno ahora se llena con las risas de los niños, e incluso en las mañanas en las que todos salen en busca de una oportunidad y ella se queda sola con los fogones y el maullido del gato, se siente útil como matriarca de su familia.

Con su ayuda y un poco de organización logran que en su piso vivan 7 personas…. ella está contenta porque ya no está tan sola…

Con su ayuda y mucho tesón logran que muchas hipotecas se sigan pagando de forma puntual, como el de Arsenio, un hombre que se sienta a dar de comer a las palomas en el parque donde suelo pasear con mi hijo, gracias a él, y muchos como él, su hijo está esquivando el desahucio… no le avergüenza decirlo bien alto y claro, paga con religiosidad sin que nadie se lo pida, de sobra sabe que no es plato de gusto tener que pedir dinero a un padre al que le cuesta vivir dignamente con su jubilación y que atesora sus ahorros logrados tras muchos años de no darse caprichos, guardados para disfrutar de la vejez con su esposa… pero esos viajes con los que soñaba pueden esperar, prefieren que sus nietos sigan teniendo un techo y su hijo pueda gastar sus energías en tratar de levantar su negocio y no perecer por agotamiento psicológico, insomne por la certeza de no poder hacer frente a las cuotas del banco.

Con su ayuda, su hijo ha logrado esquivar el desahucio….los viajes con los que soñaba pueden esperar, prefiere que sus nietos sigan teniendo un techo…

Estos y otros muchos abuelos orgullosos, pacientes, optimistas… no se resignan, no se rinden, no agachan la cabeza… ante la crisis su aptitud y su ayuda supone un punto y aparte…

Son hombres y mujeres que priorizan lo importante, la unión de las familias. Hombres y mujeres que sacan a la luz en estos tiempos de oscuridad los mejores valores del ser humano: solidaridad, apoyo, ayuda desinteresada… Dando sin esperar nada a cambio, sin hacer alardes, sin pedir recompensas.

Mi abuela siempre decía: “nunca mires hacia atrás, no te quedes anclado en el pasado, los recuerdos están bien para las noches de tormenta al lado del fuego, después guárdalos en la memoria, céntrate en el presente, vive intensamente, esfuérzate al máximo, apóyate en tu familia y nada podrá contigo”…

En estos días de crisis, de incertidumbre, de oscuridad… tomemos la ayuda que desinteresadamente nos prestan los abuelos, juntos podemos, juntos lo lograremos. Saldremos adelante, no lo dudéis.

Desde estas líneas quisiera mostrar mi profunda admiración por esta generación de abuelos, superabuelos y superabuelas que cada noche se duermen con la conciencia tranquila y el dulce sabor de saber que mientras ellos tengan un hálito de vida, a sus familias no les faltará lo básico y seguirán siendo por encima de hipotecas, desahucios, ERES, reducciones de salarios, despidos, paro… FAMILIAS.