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Me interrogo sobre la necesidad de incapacitar jurídicamente a los enfermos de Demencia. No es el caso de mis padres, pues ellos no tienen bienes que custodiar ni herencia que legarnos. Su única herencia ha sido ya dada y ha consistido en su dedicación y buen hacer con nosotros (sus hijos), su ejemplo de rectitud,  honradez y responsabilidad, que han sabido traspasarnos.

No obstante, el tener que decidir por ellos en algunos casos, me crea problemas de conciencia. Un ejemplo han sido las últimas elecciones al Parlamento Europeo. No es que yo haya decidido por ellos, pues sé perfectamente lo que quieren votar, solo he sido la mano ejecutora que les ha ayudado a meter la papeleta en el sobre y acercarlos a su mesa electoral. Pero aun así, no dejo de preguntarme ciertas cosas, a pesar de respetar su opción, que no coincide con la mía.

Los medicamentos son otra de las cosas que me perturba. A pesar de ser prescritos por el médico, no dejan de tener efectos secundarios y cuando los ves mal te preguntas:

¿Es mayor el bien que les hace, que los efectos secundarios que padecen?

Siempre que introducimos medicinas nuevas, como ahora en el caso de mi padre, lo paso fatal, pues cualquier cambio, no sé si es por la propia enfermedad o por los efectos secundarios de los nuevos medicamentos. A esto se añade las diversas opiniones de los médicos, en este caso, entre el neurólogo y médico de familia.

Cualquier medida coercitiva que tenga que tomar para evitarles daños, como la barrera en la cama, me cuesta mucho tomarla, pues evidentemente, choca con su libertad.

Yo creo que una de las peores cosas que llevamos los cuidadores, por lo menos yo, es esta de tener que decidir por ellos.

Esta semana está siendo intensa y dura, pues especialmente mi padre empeora por momentos. Me temo lo peor.

Junio 2014