El presente de los cuidadores está plagado de estrés, cansancio, desánimo, falta de sueño y muchos interrogantes. A pesar de las ayudas que nos puedan prestar otros miembros de la familia, toda ayuda es poca, acabas teniendo varios síndromes. Uno de los más importantes es el de encerramiento pues, pase lo que pase, no puedes salir, y cuando lo haces, tienes que movilizar tantos recursos que casi no merece la pena, y muchas veces ya ni te apetece.
Los estereotipos sociales que giran en torno a la vejez llevan ligado la incapacidad, la dependencia, la merma en capacidades físicas y cognitivas y el aislamiento social. Todos ellos están relacionados con múltiples actividades que, si se consideran como ciertos, las personas de cierta edad no podrían realizar. Una de esas actividades es la conducción.
Mi madre ahora es una viejecilla gruñona, malhumorada y desconfiada. Su desorientación temporal crece cada día. Pregunta una y otra vez: ¿Qué día es hoy? Acabas de contestarle, se lo escribimos en unas etiquetas que tiene en sitio bien visible, pero da igual, se olvida constantemente. En ocasiones habla y habla con una locuacidad desmesurada y repetitiva. Su nivel de tolerancia es cero y no admite un “no” como respuesta.
En la tercera edad, al igual que otros muchos aspectos, la sexualidad se vive como algo que debe desaparecer. El sexo está considerado como tema tabú en todas las edades, pero mucho más en la vejez, cuando se considera que si aparece es algo anormal y enfermizo. La vejez en sí es una etapa que entraña muchos estereotipos y falsos mitos que poco a poco se van desestigmatizando, pero el sexo es algo de lo que aún no se habla ni practica con libertad. Esto hace que los mayores no se planteen legítima una vida sexual en la vejez.